Shakespeare, Literatura Universal y Emprendimiento

Los que me conocen, saben que soy un ingeniero atípico y creo que esto se debe a las siguientes razones: desde que tengo uso de razón he dibujado historietas y caricaturas, por lo que tengo una capacidad natural y más de 10.000 horas de entrenamiento -de acuerdo a la teoría de Malcolm Gladwell– en crear y contar historias. Además, mi familia ha jugado un papel fundamental en mi formación, criándome en un hogar donde permanente nos visitaban historiadores, poetas, artistas y científicos, contando hasta el día de hoy con más de 3.500 libros, permitiéndome leer libremente sobre historia, política, arte, poesía y literatura universal.

En esta oportunidad, es aquí donde me quiero detener, en la importancia de la literatura universal. Después de 10 años de emprendimiento y vida profesional, puedo decir que dentro de mi “caja de herramientas intelectuales”, una de las herramientas que me ha sido más útil para poder llevar adelante una empresa y su equipo humano, es el haber tenido una formación sólida en literatura universal.

Como la literatura universal es muy amplia y para muchos inabarcable, y en mérito del tiempo, siempre recomiendo a todo emprendedor e innovador que lea las obras completas de William Shakespeare. A mi humilde entender, no existe mayor y más profunda fuente de conocimiento del ser humano que en la obra de Shakespeare, con la ventaja que he tenido -la buena y mala suerte- de comprobarlo en carne propia.

Lo maravilloso de Shakespeare para los emprendedores es que nos permite estar preparados para la verdadera “Caja de Pandora” que somos las personas a lo largo de nuestras vidas -independiente de nuestra raza, credo, nacionalidad, profesión y nivel social- evitando, en cierta medida, el factor sorpresa ya que nos enseña los vicios, ambiciones y virtudes de las personas que nos rodean, como amigos, colegas y familiares, y que se mantienen intactas a través de los siglos.

Shakespeare, como padre del psicoanálisis, nos muestra las vacilaciones que tenemos durante nuestras vidas y cómo estas pueden afectar nuestro juicio, vida personal y emprendimientos (Hamlet, Medida por Medida, Como Gustéis); la ambición destructiva que esconden personas que creemos de nuestra total confianza, como amigos, socios y particularmente familiares (Ricardo III, Otello, El Rey Lear, Mucho Ruido y Pocas Nueces); el efecto negativo que pueden tener ciertos personajes en la vida y personalidad de personas en las que confiamos (Macbeth, Julio César, Antonio y Cleopatra); como también las transformaciones que desarrollamos a lo largo de nuestras vidas y que nos permiten superarnos y alcanzar nuestros objetivos y anhelos (Enrique IV (1 y 2), Enrique V).

Las obras que señalo en cada descripción son solo pequeños ejemplos que naturalmente pueden variar, dependiendo de cada lector, e incluso intercambiarse de caso en caso y justamente esa es la maravilla de la obra de Shakespeare y de la literatura universal: ser una fuente inagotable de conocimiento del ser humano que, como señalé antes, sorprendentemente no presenta mayores variaciones a lo largo de los siglos.

Como dijo el viejo William en “Como Gustéis”:

“El mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores, tienen sus salidas y sus entradas; y un hombre puede representar muchos papeles.”

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