La primera revolución industrial nace, entre 1760 y 1849, con la máquina a vapor y la mecanización del trabajo y la producción. La segunda revolución industrial, entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, con la producción en masa, gracias a la electricidad y las líneas de ensamblaje. La tercera revolución industrial nace, en la década de 1960, con las tecnologías de información digital, a través del desarrollo de los semiconductores, computadores personales y finalmente el internet en la década los 90s.
La característica principal de estas tres primeras revoluciones industriales es que se desarrollaron en momentos históricos particulares donde se consideraba que se contaba con recursos naturales infinitos y que las emisiones de gases producidas en los procesos productivos no tendrían ninguna consecuencia sobre las personas y el medio ambiente.
Sin embargo, en los últimos años, el impacto que ha tenido la actividad humana sobre el cambio climático de nuestro planeta ha quedado plenamente demostrado, no solo a través de registros históricos que dan cuenta de un aumento en la temperatura del planeta desde el siglo XIX en 1°C, sino que además por los graves desastres naturales que hemos experimentado en los últimos años en distintas partes de nuestro planeta.
Es por esto que la nueva revolución industrial tiene que ofrecer un nuevo modelo productivo, económico y social que permita enfrentar esta grave amenaza de manera innovadora, eficiente y sustentable que no signifique hipotecar el futuro de nuestras futuras generaciones.
Cuarta Revolución Industrial
Mucho se habla sobre la cuarta revolución industrial y de las repercusiones que esta va a traer al mundo, y particularmente en América Latina, en términos económicos, tecnológicos y sociales, pero poco sobre cuáles son los factores que definirán lo que se espera sea el mayor salto tecnológico en la historia de la humanidad.
La cuarta revolución industrial se caracteriza por la confluencia de tres grandes factores: primero, los avances tecnológicos desarrollados por la Industria 4.0; segundo, el cambio del modelo de producción, consumo y distribución desde una modelo lineal, basado en el ‘hacer-usar-tirar’, hacia una economía circular sostenible y responsable; y tercero, como se señaló anteriormente, enfrentar de manera efectiva la mayor amenaza a la que se ha visto expuesta el ser humano en toda su historia: el cambio climático.
Industria 4.0
Si la tercera revolución industrial fue/es conocida como la ‘revolución de los bits’, la cuarta revolución industrial será conocida como la ‘revolución de los átomos’. Esto debido a que la Industria 4.0 ha permitido la unión entre software y hardware como nunca antes en la historia del desarrollo tecnológico.
La principal característica de la Industria 4.0 es la interconexión de procesos, productos y servicios, a través de la utilización masiva e intensiva de internet móvil, sensores e inteligencia artificial, permitiendo la optimización de la eficiencia energética, confiabilidad y disponibilidad de productos y servicios a través de distintas industrias.
El desarrollo tecnológico ha democratizado el acceso a herramientas de diseño y fabricación, a través de la masificación del internet y la reducción de precios de software de simulación y equipos de impresión 3D, dando paso incluso a una nueva generación de emprendedores, denominados makers, que están revolucionado el actual modelo de fabricación –basado principalmente en la estandarización y grandes volúmenes de producción- desarrollando nuevos modelos de negocio que permiten una mayor flexibilidad, menores volúmenes de producción y mayor personalización de los productos y servicios de acuerdo a las necesidades de cada usuario o industria.
Uno de los principales puentes entre el mundo físico y el virtual en la Industria 4.0 es el Internet de las Cosas (Internet of Things). La reducción de los costos de producción de sensores ha permitido la conexión masiva de billones de estos instrumentos a productos utilizados en distintas industrias alrededor del mundo, lo que ha significado un cambio radical en el modelo de consumo, producción y distribución a nivel global, redefiniendo la manera cómo nos relacionamos con los productos y servicios, permitiendo la optimización operacional a través del monitoreo en línea de los mismos.
Economía Circular
El 2016 será considerado un año histórico ya que la gran mayoría de los países han llegado a un consenso, considerando al cambio climático como la mayor amenaza que enfrenta el ser humano hoy en día y que afortunadamente -aunque bastante tarde- ya se ha comenzado a tomar medidas concretas a nivel global, como los señalados en el acuerdo del COP21 en París, y también a nivel local, como el ejemplo de Chile con la primera ley en América Latina deResponsabilidad Extendida del Productor y Reciclaje, pronta a ser promulgada.
Como hemos señalado en artículos anteriores, la economía circular es un modelo sostenible, reparador y regenerativo por definición que se basa en tres principios fundamentales: uso de energías renovables, eficiencia energética y usos eficiente y responsable de los recursos. Sin embargo, la economía circular apoyada en la Industria 4.0 puede jugar un rol importante en la transformación de los modelos de negocio, particularmente en el modelo ‘producto-como-servicio’, donde el desarrollo y uso masivo del Internet de las Cosas, junto con una filosofía de responsabilidad extendida del fabricante durante todo el ciclo de vida del producto o servicio, pueden, tal como lo señala la última publicación de Ellen MacArthur Foundation: Intelligent Assets: Unlocking the circular economy potential, “liberar el potencial» de la economía circular, particularmente en un mundo donde se espera que 50 billones de productos estén conectados a internet para el 2020.
Así como la economía circular incentiva el uso y la creación de nuevas tecnologías que permitan la transformación de modelos de negocios propios de la cuarta revolución industrial, como el On-Demand Products y Sharing Economy, también ayuda a enfrentar una de sus mayores amenazas: la potencial «destrucción» de empleos. Esto debido a que la economía circular plantea una intervención en el ciclo de vida completo de los productos y servicios, mejorando la calidad y optimizando la eficiencia, disponibilidad y confiabilidad de los mismos, requiriendo la creación de un mayor número de Industrias 4.0 que a su vez requieren de profesionales altamente especializados cuyo trabajo es naturalmente mejor remunerado.
Estos objetivos no son meras especulaciones, tal como se señala en el Paquete de Economía Circular, presentado en Diciembre 2015 por la Comisión Europea, donde se proyecta que la transición hacia un modelo circular en la UE podría aumentar la productividad en un 30% al 2030, incrementando el PIB en hasta un 1% y creando 2 milliones de empleos de alta calidad – Solo nos podemos imaginar el impacto positivo que medidas similares podrían tener en América Latina.
Industrialización 2.0 en América Latina
Si bien la cuarta revolución industrial ya se considera un hecho y sus consecuencias inevitables, es preocupante saber que actualmente el 16% de la población no puede disfrutar de los beneficios de la segunda revolución industrial debido a que no cuenta con acceso a electricidad y un 50% no cuenta con los beneficios de la tercera revolución industrial ya que no dispone de acceso a internet. Lo más lamentable de esto es que muchos de estos casos se encuentran en nuestros países de América Latina.
Es por esto que la cuarta revolución industrial representa un gran desafío para nuestra región, como lo demuestra el último estudio del Banco Mundial: El Emprendimiento en América Latina: Muchas Empresas y Poca Innovación(2014), presentando las grandes deficiencias que existen en términos de inversión en I+D+i y particularmente en la baja cantidad de ingenieros y otras carreras científicas que se encuentran por debajo de la media mundial y particularmente del nivel que deberían estar por nuestro nivel de desarrollo.
Si bien América Latina -y Chile en particular- experimentaron un proceso acelerado de desindustrialización, la cuarta revolución industrial puede representar una nueva oportunidad para desarrollar un proyecto de industrialización 2.0, creando empresas de ingeniería, manufactura y tecnología de clase-mundial. Afortunadamente el espíritu emprendedor se ha apoderado de nuestra región y así lo demuestra el crecimiento que han tenido organizaciones sin fines de lucro que apoyan a emprendedores como la organización de emprendedores de alto impacto Endeavor y las distintas asociaciones de emprendedores en Chile (ASECH), Perú (ASEP), México (ASEM) y Colombia (Emprenda) -que juntos comprenden ASELA (Asociación de Emprendedores de Latinoamérica)- como también programas nacionales que incentivan el desarrollo de la Industria 4.0 y la Economía Circular, particularmente en Chile con el Programa Nacional de Manufactura Avanzada de Corfo y el Programa Nacional de Minería Alta Ley, cuyo Roadmap Tecnológico 2035: Desde El Cobre a la Innovación, desarrollado en Chile a través de una iniciativa público-privada y coordinado por Fundación Chile, plantea como objetivo crear, a través de un Programa de Proveedores de Clase-Mundial, 250 empresas proveedoras de tecnología que exporten US$4.000 millones al año 2035,
Como podemos observar, lo cambios en los modelos de consumo, producción y distribución son cada vez más rápidos y violentos. La cuarta revolución industrial ya está aquí y como ingenieros, emprendedores e innovadores tenemos el deber de empujar al sector público y privado a que se incorporen rápidamente a este proceso de tal manera que América Latina, no solo no quede fuera de este gran salto tecnológico, sino que se convierta en un referente de este gran salto tecnológico a nivel mundial.
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