Desde la Primera Revolución Industrial, en el siglo XIX, la mayoría de los países han basado su crecimiento y desarrollo en un modelo de producción y consumo lineal que puede resumirse en “tomar-hacer-desechar” y una matriz energética basada en el uso de combustibles fósiles. Después de 250 años, nuestra Tierra alberga a 7 mil millones de personas que consumen recursos equivalentes a 1,7 planetas.
La economía lineal no solo es ineficiente, ya que de los 92,8 mil millones de toneladas de recursos que se extraen al año, solo el 9% se reutiliza, sino que además contribuye al cambio climático, debido a que la gestión de materiales representa aproximadamente el 67% de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI).
Se estima que la actividad humana ha causado el aumento de la temperatura global en aproximadamente 1°C sobre los niveles pre-industriales y se espera que, de no tomar acciones rápidas y de gran alcance, la temperatura aumente a 1.5°C entre 2030 y 2053.
América Latina, debido a su riqueza en recursos naturales y limitada industrialización de su economía, ha jugado un rol fundamental en el actual modelo lineal, representando el 44% del cobre mundial, el 49% de la plata, el 65% del litio, el 20% de las reservas de petróleo del mundo, el 33% de las reservas de agua dulce y el 20% de los bosques nativos de la Tierra.
Esto ha generado que la región se haya especializado en actividades económicas basadas en la extracción de estos recursos, generando pocos beneficios económicos e importantes impactos ambientales, dejando de lado actividades industriales que generan valor agregado, dificultando el desarrollo industrial basado en tecnología e innovación.
Por otro lado, Latinoamérica genera 160 millones de toneladas de residuos sólidos al año -con un promedio per cápita de 1,1 kg/día- del cual menos del 3% se reutiliza o recicla y se espera que para el 2030 la región aumente su población en un 17%, llegando a 705 millones, incrementando su generación de residuos per cápita en un 45%, alcanzando 1.6 kg por día.
Si bien América Latina solo produce el 11% de las emisiones de GEI, es una de las regiones más vulnerables al cambio climático, pudiendo llegar a representar un costo de hasta US$100.000 millones anuales para 2050, debido principalmente a catástrofes naturales, llevando hasta 17 millones de personas a la migración interna en la región.
La economía circular busca reemplazar el actual modelo económico lineal por un modelo circular que permita el aprovechamiento y uso eficiente de los recursos, fomentando el uso de Energías Renovables. En lugar de extraer recursos naturales, la economía circular propone que los materiales que ya han sido procesados puedan ser recuperados y reutilizados, manteniéndolos en circulación durante el mayor tiempo posible, reduciendo la presión en hasta un 28% y las emisiones de GEI en hasta un 72% a nivel global.
Un sistema circular permite desacoplar el crecimiento económico del uso de recursos naturales, promoviendo la creación de nuevas empresas, así como el cambio de los procesos productivos de las empresas existentes, con un potencial económico de hasta US$4,5 trillones, y generando hasta 6 millones de nuevos empleos al 2030 a nivel mundial, cumpliendo en particular los Obejetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 9, 12 y 13, así como las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) suscritas por cada país participante, representando una gran oportunidad de desarrollo sustentable para Latinoamérica.
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