Como continuación de mi último artículo Economía Circular: Protagonista de COP25, comparto con ustedes una entrevista que me hizo un importante medio de comunicación de mi país sobre mi balance del 2019 y la década que ya termina, en el marco de la actual crisis social, y sobre los desafíos para la nueva década que comienza en temas de innovación y emprendimiento.
¿Cuáles crees que fueron los principales avances y falencias en cuanto a innovación y emprendimiento en Chile durante 2019? ¿Y de la última década?
Para analizar la última década y en particular lo ocurrido en 2019, es necesario remontarse un poco más atrás en la historia reciente de Chile. Desde la década de los ochenta, nuestro país ha sufrido un profundo proceso de desindustrialización, desmantelando infraestructura productiva y dejando de promover el la innovación y el desarrollo industrial como estrategia de crecimiento. Al mismo tiempo, ha privilegiado una economía basada en la explotación de recursos naturales, desarrollo de servicios de bajo valor agregado y mayoritariamente rentista, bajo la teoría Ricardiana de la “ventaja comparativa”, quedando fuera del grupo de países que han sido protagonistas de la segunda y tercera revolución industrial, y que han logrando la diversificación de su matriz productiva, fomentando el desarrollo de industrias, manufactura y tecnología a través de políticas públicas que fomentan la innovación, incentivos tributarios para el desarrollo y atracción de inversiones, e implementación de modelos educativos basados en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés). Si comparamos la evolución de la canasta exportadora de Corea del Sur y Chile, desde 1960 (momento en que el PIB surcoreano era un tercio del chileno), observamos que el primero, a través de estrategias nacionales de desarrollo industrial, trasformó su economía desde una basada en la producción de materias primas y productos de bajo valor agregado, a una especializada en el desarrollo de industrias y tecnologías de gran valor; por otro lado la economía chilena, durante el mismo período de tiempo, se muestra prácticamente invariable en la explotación de recursos naturales como cobre, harina de pescado, madera y frutas; como resultado, hoy el PIB de Corea del Sur casi duplica al de nuestro país. La última década en Chile, si bien mostró algunas señales de querer diversificar nuestra economía, en la práctica esto no ocurrió y se continuó profundizando el modelo lineal basado en la extracción de materias primas, más aún en el marco del “súper ciclo del cobre”, donde nuestro país no solo se acomodó en su posición de proveedor de recursos naturales sino que además adoptó la estrategia de posicionar a Chile como un “país plataforma de negocios” privilegiando la oferta de servicios de bajo valor agregado. Sin embargo, en los últimos 4 años, se ha observado una tendencia al cambio en nuestro país, particularmente empujada por dos mega tendencias mundiales: la cuarta revolución industrial y el cambio climático; la combinación de estos fenómenos ha dado paso a la aparición de un nueva generación de emprendedores y empresarios de alto impacto, reunidos en organizaciones como Endeavor y ASECH, que buscan hacer las cosas de una manera diferente, creando nuevas empresas y modelos de negocio disruptivos que no solo busquen el beneficio económico sino que también el social y ambiental. Este triple impacto lo han encontrado en nuevos modelos, como la economía circular, transformando rápidamente a Chile en un referente en la transición hacia la circularidad a través del desarrollo de nuevas empresas basadas en las tecnologías de la industria 4.0, la creación de nuevos modelos de negocio a través de la digitalización, y la transformación de la actual infraestructura energética, invirtiendo y privilegiando el uso de energías renovables. El alto impacto que estos nuevos emprendimientos chilenos han tenido a nivel nacional e internacional, encendieron el interés de los gobiernos de turno, incluso de distintos colores políticos, facilitando la colaboración público-privada; en este sentido cabe destacar el rol de CORFO en el apoyo hacia la economía circular y la industria 4.0, con el lanzamiento, entre 2018 y 2019, de tres programas para estimular la generación de emprendimientos circulares, así como la creación del primer Centro de Economía Circular de Chile y América Latina que estará ubicado en la región de Tarapacá. A mi entender, la actual crisis social no representará un cambio de trayectoria del camino que el mundo del emprendimiento estaba desarrollando, sino más bien es la confirmación de que seguir esa trayectoria es lo correcto ya que el actual modelo lineal, extractivo y rentista cumplió su tiempo y es hora de transitar hacia un nuevo modelo económico sostenible, inclusivo y circular que permita crear empleos de calidad, crecer de manera sostenible y que Chile se sume a los avances tecnológicos de la cuarta revolución industrial.
“Desde la década de los ochenta, nuestro país ha sufrido un profundo proceso de desindustrialización, desmantelando infraestructura productiva y dejando de promover el la innovación y el desarrollo industrial como estrategia de crecimiento”
En el mismo tema, ¿qué crees que fue lo bueno, lo malo y lo feo de 2019 en el país?
El autor, filósofo y matemático Nassim Taleb acuñó el concepto de “Cisne Negro” y lo describe como un suceso sorpresivo, de gran impacto y que, una vez ocurrido, se racionaliza por retrospección, haciendo que parezca predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera. Sin duda que la crisis social ha sido el gran Cisne Negro que ha tenido Chile, no solo en 2019, sino que en los últimos 30 años, y reúne al mismo tiempo lo bueno, lo malo y feo. Sin embargo, es importante señalar que lo que está pasando en Chile no es un fenómeno original, único y propio de nuestro país, es parte de un proceso global como respuesta a uno de los mayores cambios de paradigma de los últimos 50 años, que reúne tres importantes variables: el shock tecnológico de la cuarta revolución industrial, la crisis de representatividad de la democracia liberal y los efectos catastróficos del cambio climático. Esta crisis ha demostrado que el modelo económico lineal, del cual Chile es parte, cumplió su ciclo y es momento de comenzar a hacer cambios a través de una nueva estrategia de crecimiento sostenible, moderna e inclusiva que enfrente de manera apropiada este triple desafío a escala mundial. Muchas veces se dice que los emprendedores somos “el canario en la mina” por lo que somos los primeros en sentir las turbulencias sociales y económicas de nuestros países, y esta crisis no fue la excepción; primero, porque muchos la entendemos como la extensión de los efectos de la crisis del 2008, que comenzó en julio de ese año con el precio del barril de petróleo a US$147 y continuó, 60 días después, con la crisis subprime; y segundo, por el convencimiento y el gran trabajo que ya estaba en marcha respecto de la importancia de la economía circular y el desarrollo de la industria 4.0 como nuevos motores para generar crecimiento económico, crear empleos de calidad y combatir el calentamiento global. Un gran filósofo y emprendedor decía: “no es tan importante lo que te ocurre sino cómo lo interpretas”, y creo que ese debe ser el mindset para enfrentar esta crisis; o nos deprimimos, encontramos que todo está mal y que vamos directo al desfiladero, o cambiamos el switch y lo tomamos como lo que creo realmente es: la mayor oportunidad que ha tenido Chile en estas últimas décadas para proponer una nueva estrategia de desarrollo que transite hacia una economía circular, transforme nuestra infraestructura de energía, transportes y comunicaciones, favoreciendo las energías renovables y la electromovilidad, y nos suba al carro de la cuarta revolución industrial.
“Lo que está pasando en Chile (…) es parte de un proceso global como respuesta a uno de los mayores cambios de paradigma de los últimos 50 años, que reúne tres importantes variables: el shocktecnológico de la cuarta revolución industrial, la crisis de representatividad de la democracia liberal y los efectos catastróficos del cambio climático”
En cuanto a la crisis social que vive nuestro país desde octubre, ¿qué enseñanzas creen que se pueden sacar en limpio?
Vivimos en un mundo hiperconectado, donde la privacidad va prácticamente en retirada y todo es cada día más transparente, por lo que es muy simple estar permanentemente actualizado de la realidad de otros países y resulta fácil poder corroborar la congruencia y credibilidad del relato de un gobierno, una economía, una empresa y hasta de una persona; esta nueva realidad es la que finalmente nos pasó la cuenta: no era sostenible que Chile se presentara como un país del siglo XXI con una economía de los siglos XIX y XX. La estrategia chilena de crecimiento, basada en una economía productora de recursos naturales y plataforma de servicios de bajo valor agregado, instalada sobre una matriz energética dependiente de combustibles fósiles cumplió su ciclo y esta crisis nos demostró que, tal como ha señalado la Directora Ejecutiva de la Fundación Observatorio Fiscal e ingeniera comercial Jeannette von Wolffersdorff, la “economía de Chile es primitiva” y no es la adecuada para enfrentar los nuevos desafíos sociales, económicos y ambientales del nuevo paradigma tecno-económico, en un mundo que además está sufriendo las graves consecuencias del cambio climático. Pienso que la principal enseñanza de esta crisis para el mundo de emprendimiento , es que “no existen empresas exitosas en territorios fracasados”, y para enfrentar estos nuevos desafíos, como país debemos comenzar por desarrollar estrategias de alto impacto con lo que tengamos rápidamente a mano, los low hanging fuits que son las industrias de clase-mundial que tiene Chile: minería, acuicultura, forestal y agricultura; desarrollando modelos de economía circular alrededor de estas actividades con el fin de crear flujos de caja e impactos positivos acelerados en los territorios a través de la dinamización económica (como el exitoso Programa de Compra Local SAWU de Fundación Mi Norte y BHP), creación de empleos de calidad y reducción de la huella de materiales, agua y carbono. No podemos pensar en una cuarta revolución industrial anclados en un infraestructura de la segunda revolución industrial; Chile tiene una gran oportunidad de salir de esta crisis a través de una alianza público-privada que busque aprovechar la gran riqueza de nuestro país en energías renovables (solar, eólica, geotérmica e hídrica) y el control sobre recursos estratégicos para la electrificación masiva del planeta y reducción de gases efecto invernadero (cobre y litio), invirtiendo agresivamente en la transformación de nuestra infraestructura de energía, transporte y comunicaciones basada en energías limpias, electromovilidad e internet industrial para una industria 4.0, todo esto bajo el paraguas de la economía circular.
“No existen empresas exitosas en territorios fracasados”
Tomando en cuenta todo lo anterior, ¿cuáles crees que son los desafíos de acá en adelante para seguir potenciando la innovación y el emprendimiento en Chile?
Primero, que nos demos el tiempo de comprender que, a nivel global, no estamos viviendo tiempos normales, muy por el contrario, estamos experimentando una de las mayores transformaciones tecno-económicas de los últimos 50 años sumado a una de las mayores crisis climáticas de la historia de la humanidad, y frente a un escenario tan disruptivo como este no se puede esperar tener resultados nuevos con recetas antiguas; segundo, que el modelo económico lineal en el que hemos vivido los últimos 250 años, basado en el uso de combustibles fósiles, nos está cobrando, en palabras del autor, ingeniero y economista Jeremy Rifkin, la “factura entrópica” a través del calentamiento global y debe ser reemplazado por un nuevo modelo de economía circular que permita desacoplar el crecimiento económico del uso de recursos naturales, mantener el valor de los materiales y productos durante el mayor tiempo posible y que privilegiar el uso energías renovables; y tercero, para transformar nuestra estrategia de crecimiento y desarrollo, debemos alcanzar un gran acuerdo político que sea transversal y que vaya en la misma línea del Pacto Verde Europeo o EU Green Deal, liderado por la nueva presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, que no solo coloca a la economía circular el centro de su nueva estrategia de crecimiento, sino que promueve el uso de energías limpias, la transformación digital y el financiamiento verde para convertir a Europa en el primer continente carbono neutral del mundo al 2050. Para lograr estos objetivos ambiciosos, los emprendedores y empresarios no podemos repetir la historia y dejar que nuevamente solo políticos y economistas definan la nueva estrategia de crecimiento de Chile de los próximos 50 años, es nuestro deber participar e influir en las nuevas políticas de desarrollo con el fin de incorporar la economía circular, como nuevo modelo económico; la cuarta revolución industrial, como nuevo paradigma tecnológico; y un Pacto Verde que sirva como marco político transversal que garantice un crecimiento sostenible, moderno e inclusivo para nuestro país y el planeta.
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